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    Esta semana se está negociando en Ottawa un tratado mundial sobre plásticos:aquí está el último
    Crédito:Unsplash/CC0 Dominio público

    La contaminación plástica se extiende por todo el mundo, pero las políticas nacionales generalmente no son lo suficientemente efectivas y hasta ahora se han centrado principalmente en la gestión de residuos en lugar de atacar la causa raíz. Para empeorar las cosas, el comercio mundial de residuos plásticos tiende a empujar los residuos a partes del mundo con menor capacidad para gestionarlos.



    Sobre esta base, en marzo de 2022, casi 200 naciones respaldaron una resolución histórica para desarrollar un nuevo acuerdo o tratado global y legalmente vinculante para fines de 2024.

    El tratado mundial sobre plásticos se centra en poner fin a la contaminación plástica, no en eliminar el uso de plásticos. El mandato especifica que el acuerdo debe incluir todo el ciclo de vida de los plásticos, que abarca desde la extracción de recursos y la producción de materiales hasta el diseño, la venta y el uso de productos, hasta la gestión de residuos. Sin embargo, a medida que comienzan las últimas negociaciones cruciales en Ottawa, Canadá, del 23 al 29 de abril, la forma del tratado sigue sin estar clara.

    Posiciones divisorias

    Entre las negociaciones en Canadá y una ronda final en Busan, Corea del Sur, en noviembre, sólo quedan 14 días de discusión. El cronograma es cada vez más desafiante. Los negociadores deben lograr avances rápidos y significativos esta semana hacia un tratado integral.

    Existe una amplia división entre países, que va desde países "poco ambiciosos" que han obstaculizado el progreso hasta una coalición muy ambiciosa (encabezada por Ruanda y Noruega). Esta disparidad significa que no está claro dónde aterrizará el tratado.

    ¿Será ambicioso, con medidas vinculantes estrictas que se centren en todas las etapas del ciclo de vida del plástico (incluidas las etapas iniciales asociadas con la extracción, fabricación y procesamiento de recursos)? ¿O será un tratado más débil, con medidas voluntarias y lideradas por los países que se centran principalmente en la gestión de residuos y la prevención de la contaminación (las etapas "descendentes")?

    En la actualidad, a menos que se alcance un consenso, un pequeño número de naciones pueden vetar o bloquear el proceso. Por lo tanto, esta ronda de negociaciones deberá superar los retrasos procesales y esforzarse por lograr un enfoque equilibrado que respete los diversos intereses nacionales y al mismo tiempo produzca un tratado que valga la pena.

    Voces en la habitación

    Hay un diálogo continuo sobre qué voces están presentes e influyen en los gobiernos. Alrededor de 190 representantes de la industria estuvieron en una ronda anterior de negociaciones en París y 143 en la ronda más reciente en Nairobi. La fuerte presencia de la industria y su capacidad para ejercer presión sobre los gobiernos sigue siendo una fuente de antagonismo.

    Algunos sostienen que es beneficioso que la industria participe en el proceso. Otros dicen que los importantes recursos de la industria disminuyen la representación justa y la influencia de las organizaciones no gubernamentales y de derechos civiles que defienden a quienes son los más afectados por la contaminación plástica. Si la industria tiene una presencia tan grande, queda un trabajo considerable por hacer para amplificar las voces de los grupos de derechos civiles, las ONG y las contribuciones de los académicos basadas en evidencia.

    Implementación de financiación

    Aún es necesario determinar cómo se pagarán las acciones identificadas en el tratado, y esto podría ser un obstáculo importante. Sin apoyo financiero, existe un riesgo significativo de que incluso las medidas bien intencionadas fracasen.

    Un marco financiero bien estructurado podría garantizar la transparencia y la rendición de cuentas mediante una combinación de financiación pública y privada o mecanismos novedosos como las tasas por contaminación plástica. Las instituciones financieras ya están de acuerdo, pero se necesitan mandatos legales sólidos para generar un entorno de inversión favorable. Superar este obstáculo será una misión crítica en Ottawa.

    Alejarse de la gestión de residuos

    Existe un fuerte argumento por parte de la industria petroquímica y de los combustibles fósiles y de algunos países con menores ambiciones de que el tratado debería centrarse en la gestión de residuos y en tecnologías mejoradas de recolección, reciclaje y eliminación. Pero la producción de plástico es tan grande que las soluciones para prevenir o gestionar los residuos plásticos y la contaminación no pueden seguir el ritmo, y solo reducirán la contaminación plástica global en un 7 % a largo plazo.

    En cambio, los negociadores deben ser audaces y abordar la contaminación plástica en su origen estableciendo objetivos vinculantes para reducir la producción. Otra prioridad es una reducción y simplificación significativas de los productos químicos tóxicos utilizados en la producción de polímeros plásticos primarios.

    Los objetivos de reducción también deberían recaer en la fabricación de productos, la venta, la distribución, la importación y la exportación. Las políticas iniciales para reducir los plásticos no esenciales, los plásticos nuevos y los aditivos nocivos aumentarán la reutilización y la reciclabilidad. Estos son pasos fundamentales para acabar con la contaminación plástica abordando la causa, no los síntomas.

    Reutilizar como posible victoria temprana

    La "reutilización" podría figurar en el tratado. La reutilización, que no debe confundirse con el reciclaje o la recarga, enfatiza el uso repetido de artículos en su forma actual, lo que reduce la demanda de nueva producción de plástico para productos o envases de un solo uso. En determinadas aplicaciones, como envases para alimentos, bebidas, cosméticos y paquetes, podría llegar a reducir la producción de plástico hasta en un 75 %.

    La reutilización sería relativamente aceptable para la mayoría de los países, especialmente si se compara con medidas divisivas como límites a la producción o prohibiciones absolutas de ciertos artículos o materiales. Estos enfoques más polémicos pueden frenar el progreso al enfrentar diversos intereses nacionales y consideraciones económicas. Por el contrario, aceptar implementar sistemas de reutilización en lugares como restaurantes o edificios públicos es una victoria fácil en el contexto de negociaciones políticas muy complicadas.

    En Ottawa, los negociadores deberán adoptar un enfoque centrado y cooperativo, eliminando demoras procesales para cumplir con los plazos apremiantes y los requisitos críticos del tratado, asegurando que el tiempo se utilice de la manera más eficiente posible para lograr resultados que de hecho ayuden a poner fin a la contaminación plástica. .

    Proporcionado por The Conversation

    Este artículo se vuelve a publicar desde The Conversation bajo una licencia Creative Commons. Lea el artículo original.




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