1. Fuerza: El campo magnético de la Tierra antigua era mucho más fuerte que el actual. Los estudios sugieren que la intensidad del campo puede haber sido varias veces mayor durante ciertos períodos del pasado, como el Eón Precámbrico.
2. Inversiones de polaridad: Los polos magnéticos de la Tierra han experimentado numerosas inversiones de polaridad a lo largo de la historia. Esto significa que el polo norte magnético ha cambiado de lugar con el polo sur magnético. Estos retrocesos se han producido de forma irregular, con períodos de retrocesos frecuentes y otros de relativa estabilidad.
3. Orientación: La orientación del antiguo campo magnético era diferente de la del actual campo dipolar. El eje del campo magnético se desplazó del eje de rotación de la Tierra, lo que resultó en una configuración de campo no dipolar. Esta compleja geometría probablemente provocó variaciones en la intensidad y dirección del campo en diferentes regiones de la Tierra.
4. Paleomagnetismo: El estudio del campo magnético de la Tierra antigua se conoce como paleomagnetismo. Los científicos utilizan técnicas paleomagnéticas para analizar firmas magnéticas conservadas en rocas, sedimentos y otros materiales geológicos. Al estudiar la orientación y la intensidad de estos antiguos campos magnéticos, los investigadores pueden obtener información sobre los movimientos pasados de la Tierra, la tectónica de placas y el comportamiento de la geodinamo que genera el campo magnético.
5. Excursiones al campo magnético: Además de las inversiones de polaridad, el antiguo campo magnético de la Tierra también experimentó excursiones de corta duración, durante las cuales el campo se desvió significativamente de su configuración dipolar normal. Estas excursiones pueden durar desde unos pocos cientos hasta varios miles de años y proporcionan información valiosa sobre la dinámica de la geodinamo.
6. Modelos geomagnéticos: Los científicos utilizan sofisticados modelos geomagnéticos para simular el comportamiento del campo magnético de la antigua Tierra. Estos modelos incorporan datos de estudios paleomagnéticos, registros geológicos y otras fuentes para reconstruir configuraciones de campo pasadas. Estos modelos ayudan a los investigadores a comprender la evolución a largo plazo del campo magnético de la Tierra y sus implicaciones para la historia y la dinámica de la Tierra.