En 2022, la grieta se propagó rápidamente, se extendió varios kilómetros y provocó la formación de una grieta sustancial dentro de la plataforma de hielo. Esta grieta ha creado un bloque de hielo inestable, que mide aproximadamente 1.550 kilómetros cuadrados, que ahora se mantiene en su lugar mediante un estrecho puente de hielo. Los científicos siguen de cerca la situación utilizando diversas técnicas de detección remota, incluidas imágenes de satélite y radares de penetración de hielo, para evaluar el estado de la plataforma de hielo y predecir el momento de la ruptura.
La eventual ruptura del iceberg Brunt Ice Shelf B-23 se considera muy probable y podría ocurrir en un futuro próximo. Cuando esto suceda, será uno de los icebergs más grandes jamás registrados, superando potencialmente incluso el tamaño del iceberg Larsen C que se desprendió en 2017.
La desintegración de la plataforma de hielo Brunt genera preocupación sobre su posible impacto en la estabilidad de las capas de hielo adyacentes. Si bien las consecuencias inmediatas pueden ser limitadas, el evento sirve como recordatorio de los efectos actuales del cambio climático en las plataformas de hielo y los glaciares de la Antártida, destacando la necesidad urgente de una acción global para mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero y abordar los desafíos asociados con la pérdida de hielo polar.