Una de las principales fuentes de información sobre el comercio chino del siglo XIV es la ciudad de Quanzhou, ubicada en la costa sureste de China. Quanzhou sirvió como un destacado puerto y centro comercial durante esta época, y sus conexiones comerciales marítimas se extendieron a regiones tan diversas como el Sudeste Asiático, India, Medio Oriente e incluso África. Las excavaciones en la ciudad y sus alrededores han arrojado una gran cantidad de fragmentos de cerámica pertenecientes a la dinastía Yuan (1271-1368), que proporcionan evidencia tangible del dinámico comercio de cerámica que tuvo lugar durante esta época.
Entre los aspectos más fascinantes de este comercio está la presencia de cerámica china en tierras extranjeras, a menudo descubiertas en cantidades significativas en sitios arqueológicos muy alejados de China. Por ejemplo, la excavación de la ciudad medieval swahili de Kilwa Kisiwani frente a la costa de Tanzania reveló una abundancia de artefactos de gres y porcelana chinos. Estas cerámicas incluían cuencos de porcelana azul y blanca y kendi, los distintivos recipientes con pico del sudeste asiático, y platos de celadón de los renombrados hornos de Longquan.
La presencia de cerámica china en lugares como Kilwa Kisiwani demuestra las extensas rutas comerciales establecidas entre China y África. Los comerciantes swahili desempeñaron un papel crucial en este intercambio, actuando como intermediarios y facilitando el transporte de cerámica a larga distancia a través del Océano Índico.
Mientras tanto, en Oriente Medio se han descubierto cerámicas chinas en numerosos sitios, incluido el famoso sitio arqueológico de Samarra en Irak. Aquí, los arqueólogos han desenterrado cerámicas de la dinastía Yuan junto con cerámica persa y otros artefactos de la época, lo que atestigua el próspero intercambio cultural y comercial entre China y el mundo islámico.
Además, la difusión de la cerámica china no se limitó a regiones individuales. Se han recuperado fragmentos y piezas enteras de cerámica china del siglo XIV en lugares del sudeste asiático, el sur de Asia e incluso Europa, lo que ofrece evidencia tangible del alcance global sin precedentes alcanzado por la cerámica china.
El estudio de la cerámica china del siglo XIV ofrece una ventana a la intrincada red de rutas comerciales, intercambio cultural e interconexión económica que definieron la época. A través de estos artefactos, podemos rastrear los viajes realizados por los comerciantes medievales y obtener una comprensión más profunda de la diversidad cultural del mundo durante este período transformador.