Los compuestos iónicos suelen tener altas energías reticulares porque contienen iones con cargas elevadas, como los iones de sodio y cloruro. Las fuertes fuerzas electrostáticas entre estos iones mantienen unida la red cristalina, lo que dificulta su ruptura. Por eso los compuestos iónicos son sólidos duros.
Además de ser duros, los compuestos iónicos también son frágiles. Esto significa que tienden a romperse cuando se les somete a estrés. Esto se debe a que las fuerzas electrostáticas entre los iones son fuertes, pero no direccionales. Esto significa que no ofrecen ningún apoyo contra fuerzas de corte. Cuando un compuesto iónico se somete a tensión, los iones pueden moverse entre sí, provocando que el cristal se rompa.
La dureza y fragilidad de los compuestos iónicos los hacen útiles para una variedad de aplicaciones, como en cerámica y vidrio. La cerámica se elabora calentando un compuesto iónico hasta que se derrita y luego dejándolo enfriar lentamente. Esto permite que los iones se reorganicen en una estructura cristalina regular. El material resultante es duro y quebradizo, pero también resistente al calor y al desgaste. El vidrio se fabrica calentando un compuesto iónico hasta que se derrita y luego enfriándolo rápidamente. Esto evita que los iones se reorganicen en una estructura cristalina regular. El material resultante es duro y quebradizo, pero también transparente.