La actividad biológica puede cambiar la cantidad de agua en la atmósfera. Por ejemplo, las plantas liberan vapor de agua a la atmósfera mediante el proceso de transpiración. Este vapor de agua puede luego condensarse para formar nubes y precipitaciones. Además, la actividad biológica también puede afectar la cantidad de agua en el suelo. Por ejemplo, las raíces de las plantas pueden ayudar a retener agua en el suelo, mientras que las actividades de las lombrices y otros organismos pueden ayudar a airear el suelo y mejorar el drenaje. La actividad biológica también puede afectar la cantidad de agua en los océanos. Por ejemplo, el crecimiento de los arrecifes de coral puede ayudar a proteger las costas de la erosión y los daños de las tormentas.