Los animales no están estancados en el tiempo. Experimentan el tiempo al igual que los humanos, aunque su percepción del tiempo puede variar según la especie. Por ejemplo, algunos animales como los insectos tienen un metabolismo mucho más rápido que los humanos y por tanto perciben el tiempo más rápidamente, mientras que otros como las tortugas tienen un metabolismo más lento y perciben el tiempo más lentamente. Además, muchos animales exhiben comportamientos como ritmos estacionales y ciclos circadianos, que demuestran su capacidad para percibir el paso del tiempo y ajustar su comportamiento en consecuencia.