El término "crisis genética" se refiere a la acumulación de numerosas alteraciones genéticas en una célula, lo que lleva a un estado caótico del genoma. En las células cancerosas, este proceso es causado por varios factores, incluidos defectos en los mecanismos de reparación del daño del ADN, activación de oncogenes e inestabilidad cromosómica.
A medida que las células cancerosas se dividen rápidamente, adquieren mutaciones adicionales y reordenamientos genómicos con el tiempo. Estas alteraciones pueden afectar genes implicados en la regulación del ciclo celular, el control del crecimiento, la reparación del ADN y otros procesos celulares esenciales. La acumulación de estos cambios genéticos altera las funciones celulares normales y conduce a las características del cáncer, como crecimiento descontrolado, invasión y metástasis.
Sin embargo, es importante señalar que las células cancerosas no experimentan una fusión genética completa e irreversible. Mantienen un nivel de integridad genómica suficiente para sostener su supervivencia y proliferación. Si bien la acumulación de alteraciones genéticas contribuye a la progresión del cáncer, también impone limitaciones a las células, limitando su capacidad para adaptarse y sobrevivir en determinadas condiciones.
En general, las células cancerosas sufren fusiones genéticas caracterizadas por amplias alteraciones genómicas, pero estos cambios no conducen a un colapso genético completo. En cambio, impulsan el desarrollo y la progresión del cáncer y al mismo tiempo plantean limitaciones a la supervivencia y adaptabilidad de las células.