Cuerpos polares: La ovogénesis, el proceso de maduración de los gametos femeninos, implica dos divisiones meióticas que dan como resultado un solo óvulo y tres cuerpos polares. Los cuerpos polares son esencialmente material genético descartado y se elimina cualquier anomalía cromosómica presente en un cuerpo polar. Esto actúa como un mecanismo de control de calidad, evitando que estas anomalías se transmitan a la descendencia.
Impulso meiótico: Ciertas regiones cromosómicas exhiben un "impulso meiótico", lo que significa que tienen mecanismos para aumentar sus posibilidades de transmisión a otros cromosomas durante la formación de gametos. Este comportamiento egoísta ayuda a que estas regiones se propaguen entre las poblaciones, lo que potencialmente confiere ventajas selectivas o influye en rasgos importantes.
Recombinación: Durante la meiosis, los cromosomas homólogos se someten a una recombinación genética, intercambiando material genético para crear gametos nuevos y diversos. Este proceso da como resultado una mezcla de información genética, lo que dificulta la transmisión consistente de anomalías cromosómicas, especialmente si existen en ambos cromosomas homólogos.
Vale la pena señalar que, si bien estos mecanismos pueden aumentar las posibilidades de llegar al óvulo, no necesariamente garantizan una fertilización exitosa o el desarrollo del embrión. Muchas anomalías cromosómicas provocan embriones no viables o problemas de desarrollo, lo que destaca la importancia de la estabilidad y el equilibrio genético.