Los colmillos de las serpientes se encuentran en la mandíbula superior y suelen ser largos y puntiagudos. También son huecos, con un canal que los atraviesa y permite que el veneno fluya desde las glándulas venenosas hasta la víctima.
La forma de los colmillos de las serpientes está determinada por el tipo de presa que come la serpiente. Por ejemplo, las serpientes que se alimentan de pequeños mamíferos suelen tener colmillos cortos y curvos que son buenos para agarrar y penetrar la carne. Las serpientes que comen pájaros o peces, por otro lado, tienen colmillos más largos y rectos que son mejores para alcanzar e inyectar veneno en sus presas.
Además de su forma, los colmillos de las serpientes también están cubiertos de un esmalte especial que ayuda a mantenerlos afilados. Este esmalte es más duro que el esmalte de los dientes humanos y también es más resistente al desgaste.
Los colmillos de las serpientes son un arma mortal, pero también son un testimonio de la asombrosa diversidad y adaptación que se puede encontrar en el mundo natural.