Un ejemplo de muerte celular inducida por autoactivación es la activación de la cascada de caspasas. Las caspasas son una familia de proteasas que desempeñan un papel central en la apoptosis, una forma de muerte celular programada. Cuando una célula recibe una señal de muerte, se activan ciertas caspasas, que a su vez activan otras caspasas, lo que lleva a una reacción en cadena que resulta en la destrucción de la célula.
Otro ejemplo de muerte celular inducida por autoactivación es la activación de la vía mitocondrial de la apoptosis. En esta vía, ciertas proteínas se liberan desde las mitocondrias al citoplasma, donde desencadenan la activación de las caspasas y la posterior destrucción de la célula.
La autoactivación también puede desencadenarse por daños en el ADN. Cuando el ADN se daña, se activan ciertas proteínas que pueden provocar la activación de las caspasas y la destrucción de la célula.
En conclusión, la autoactivación es un proceso mediante el cual una proteína o enzima se activa sin necesidad de un estímulo externo. En el contexto de la muerte celular, la autoactivación puede desencadenar una cascada de acontecimientos que conduzcan a la destrucción de la célula.