El urushiol es una mezcla compleja de compuestos a base de catecol, que incluyen varios catecoles, resorcinoles e hidroquinonas. Es altamente lipófilo, lo que significa que se disuelve fácilmente en grasas y aceites. Esta propiedad le permite penetrar rápidamente en la piel, donde entra en contacto con las células de la piel y desencadena una reacción alérgica.
Cuando el urushiol entra en contacto con la piel, se une a las proteínas y forma un complejo que el sistema inmunológico del cuerpo reconoce como extraño. Esto desencadena una respuesta inmune que conduce a la liberación de histamina y otros mediadores inflamatorios. Estos mediadores provocan la dilatación de los vasos sanguíneos y un aumento de la permeabilidad, lo que provoca enrojecimiento, hinchazón, picazón y formación de ampollas.
La erupción por exposición al urushiol suele aparecer entre unas pocas horas y varios días después del contacto. Puede durar hasta dos o tres semanas y puede ir acompañado de otros síntomas como fiebre, escalofríos y náuseas. En algunos casos, las reacciones graves pueden requerir tratamiento médico.
El urushiol también está presente en el humo de la quema de hiedra venenosa, roble venenoso o zumaque venenoso. El contacto con este humo puede provocar la misma reacción alérgica que el contacto directo con la piel. Es importante evitar quemar estas plantas o estar en zonas donde se estén quemando.
Para prevenir la exposición al urushiol, se recomienda evitar el contacto con plantas de hiedra venenosa, roble venenoso y zumaque venenoso, así como cualquier objeto o superficie que haya podido entrar en contacto con estas plantas. Si se produce contacto, es importante lavar la zona afectada con agua y jabón lo antes posible para eliminar cualquier residuo de urushiol. También puede resultar útil aplicar una loción tópica de calamina o una crema de hidrocortisona para aliviar la picazón y la inflamación. En caso de reacciones graves se debe buscar atención médica.