Inspecciones y visitas de campo reducidas:
- Las órdenes de quedarse en casa y las pautas de distanciamiento social han limitado la capacidad de los agentes encargados de hacer cumplir la ley para realizar inspecciones de rutina y visitas de campo, lo que ha resultado en menos oportunidades para identificar y abordar violaciones de la contaminación del aire.
Desvío de recursos:
- Las agencias estatales y locales han tenido que desviar recursos y mano de obra para abordar la crisis de salud pública inmediata causada por la pandemia. Esto ha dejado menos personal disponible para las actividades de control de la contaminación del aire.
Dificultades económicas:
- Muchas empresas e industrias se han visto gravemente afectadas por la pandemia, lo que ha provocado desafíos económicos y despidos. Como resultado, algunas empresas pueden priorizar la supervivencia y la recuperación sobre el cumplimiento de las regulaciones ambientales.
Priorización de la Salud Pública:
- Durante la pandemia, la salud y la seguridad públicas se han convertido en el foco principal de las agencias gubernamentales. Hacer cumplir las regulaciones sobre la contaminación del aire puede considerarse menos urgente en comparación con abordar los riesgos inmediatos para la salud que plantea el coronavirus.
Restricciones de viaje y trabajo remoto:
- El cambio hacia el trabajo remoto y las restricciones de viaje han reducido los desplazamientos y las actividades industriales, lo que ha llevado a mejoras temporales en la calidad del aire en algunas áreas. Sin embargo, esto también puede hacer que sea más difícil identificar y abordar fuentes localizadas de contaminación del aire.
Retrasos en los procesos de obtención de permisos:
- La pandemia ha provocado retrasos en la tramitación y emisión de permisos para instalaciones nuevas o modificadas que emiten contaminantes al aire. Esto puede obstaculizar la capacidad del estado para garantizar que las nuevas instalaciones cumplan con los estándares de calidad del aire.
Desafíos en la recopilación de datos:
- La pandemia ha alterado los sistemas de recopilación de datos, como los sistemas de monitoreo continuo de emisiones y las redes de monitoreo del aire ambiente. Esto puede generar lagunas en los datos, lo que dificulta que los reguladores realicen un seguimiento del cumplimiento e identifiquen tendencias en los niveles de contaminación del aire.
Incertidumbre en los cambios regulatorios:
- La rápida evolución de la pandemia ha introducido incertidumbre en los marcos regulatorios. Algunos plazos de cumplimiento o acciones de ejecución pueden posponerse o revisarse debido a circunstancias excepcionales.
Estos desafíos requieren enfoques creativos y flexibles por parte de las agencias reguladoras para mantener una aplicación efectiva de las normas sobre contaminación del aire durante la pandemia. Esto puede implicar el uso de tecnologías de monitoreo remoto, priorizar las inspecciones basadas en evaluaciones de riesgos y colaborar con las industrias para facilitar el cumplimiento en medio de los desafíos que plantea el coronavirus.