Una de las razones principales por las que correr puede haber sido un problema para los primeros humanos es que no tenían el mismo tipo de calzado que tenemos hoy. Los primeros humanos corrían descalzos o con zapatos muy sencillos que proporcionaban poco apoyo. Esto significaba que sus pies y tobillos estaban sujetos a mucho estrés y golpes, lo que podía provocar lesiones y dolor.
Además, los primeros humanos a menudo tenían que correr en terrenos irregulares, lo que también podía contribuir a sufrir lesiones. Es posible que hayan tenido que correr a través de bosques, cruzar ríos y subir y bajar colinas. Este tipo de carrera habría sido mucho más desafiante que correr sobre una superficie pavimentada y lisa, y habría ejercido aún más presión sobre sus cuerpos.
Como resultado de estos factores, los primeros humanos pueden haber tenido más probabilidades de desarrollar ciertos problemas de salud, como osteoartritis y dolor de espalda. Estos problemas se habrían visto exacerbados por el hecho de que los primeros humanos no tenían acceso al mismo tipo de atención médica que tenemos hoy. Como resultado, es posible que hayan tenido que vivir con dolor e incomodidad durante largos períodos de tiempo.
A pesar de los desafíos, nuestra capacidad de correr era esencial para nuestra supervivencia como especie. Nos permitió adaptarnos a una amplia gama de entornos y convertirnos en una de las especies más exitosas del planeta. Sin embargo, es importante recordar que correr también puede ser una fuente de dolor e incomodidad, y es importante tomar precauciones para proteger nuestro cuerpo cuando corremos.