Las ratas, conocidas por su inteligencia y estructuras sociales, exhiben ejemplos notables de altruismo recíproco. Un ejemplo bien estudiado es el "comportamiento de rascarse" observado entre las ratas. Cuando una rata acicala a otra, elimina los parásitos y la suciedad de su pelaje, lo que proporciona un valioso servicio. Curiosamente, la rata que se está acicalando a menudo devuelve el favor acicalando a la primera rata en el futuro.
Este comportamiento va más allá de los beneficios inmediatos. Las ratas realizan un seguimiento de quién las acicala y corresponden en consecuencia. Si una rata acicala constantemente a los demás pero no recibe ningún acicalamiento a cambio, puede dejar de prestar el servicio. Por el contrario, si una rata recibe cuidados frecuentes pero no corresponde, el grupo puede condenarla al ostracismo.
Los científicos han estudiado este comportamiento en experimentos controlados. En un estudio, se colocaron ratas en parejas y se les permitió interactuar. Los investigadores observaron que las ratas que habían sido acicaladas por su pareja tenían más probabilidades de acicalarlas también. Esto sugiere que las ratas tienen un sentido de reciprocidad y están dispuestas a ayudar a quienes las ayudan.
Otro estudio examinó los efectos del aislamiento social sobre el altruismo recíproco en ratas. Las ratas que fueron aisladas de su grupo social mostraron una disminución en el comportamiento de aseo, lo que indica que las interacciones sociales juegan un papel crucial en el mantenimiento de este comportamiento.
El comportamiento de rascado en ratas resalta la importancia de la cooperación y la reciprocidad en los animales sociales. Al ayudarse unas a otras, las ratas construyen fuertes vínculos sociales y crean un entorno mutuamente beneficioso. Este comportamiento no sólo mejora su bienestar individual sino que también contribuye a la estabilidad general y al éxito de su grupo social.
Comprender estos comportamientos en los animales proporciona información valiosa sobre la evolución de la cooperación y la reciprocidad, que también son aspectos fundamentales de las sociedades humanas. Al estudiar estos comportamientos en modelos animales más simples, los científicos obtienen conocimientos que pueden ayudarnos a comprender mejor y promover la cooperación y los comportamientos prosociales en nuestra propia especie.