Los consumidores suelen confiar en sus conocimientos previos al evaluar nueva información. Esto puede generar sesgos y errores de juicio, ya que es más probable que las personas acepten información que confirme sus creencias existentes y rechacen información que las contradiga.
Un ejemplo de esto es el "sesgo de confirmación", que ocurre cuando las personas buscan información que respalde sus creencias existentes e ignoran la información que las desafía. Esto puede llevar a que las personas se arraiguen más en sus creencias, incluso cuando la evidencia sugiere que están equivocadas.
Otro ejemplo es el "efecto contraproducente", que ocurre cuando a las personas se les presenta evidencia que contradice sus creencias; en realidad, pueden arraigarse más en esas creencias. Esto se debe a que las personas pueden sentirse amenazadas por información que desafíe su visión del mundo y, como resultado, pueden rechazarla y aferrarse más a sus creencias existentes.
El conocimiento previo también puede afectar la forma en que los consumidores perciben y evalúan los nuevos productos. Por ejemplo, es más probable que los consumidores que están familiarizados con una marca en particular confíen y acepten nuevos productos de esa marca, incluso si tienen poca información sobre los nuevos productos.
De manera similar, es más probable que los consumidores que han tenido experiencias positivas con un tipo particular de producto acepten nuevos productos similares a los que han disfrutado en el pasado.
En conclusión, el conocimiento previo puede tener un impacto significativo en la forma en que los consumidores aceptan nueva información y evalúan nuevos productos. Los especialistas en marketing y comunicadores deben ser conscientes de estos sesgos y tomar medidas para garantizar que brindan a los consumidores información precisa e imparcial.