Desde las patinetas flotantes de "Regreso al futuro" hasta las pistolas de gravedad de "Half-Life 2", la ciencia ficción está salpicada de tecnología antigravedad. Sin embargo, en el mundo real de los estudios revisados por pares, los laboratorios financiados por corporaciones y la relatividad general, "antigravedad" es una mala palabra.
La gravedad, como seguramente recordarás, es la fuerza de atracción entre objetos. Te mantiene pegado al planeta y mantiene al planeta en órbita alrededor del sol. Como puedes imaginar, la idea de reducir, anular o proteger contra este efecto de la gravedad es muy atractiva.
La tecnología antigravedad revolucionaría la exploración espacial y la producción de energía. Reduciría drásticamente las demandas energéticas de los viajes y el transporte. Sin embargo, primero tendríamos que alterar drásticamente nuestra comprensión de la física y descubrir cómo contrarrestar esta poderosa fuerza.
Como tal, la tecnología antigravedad sigue siendo al mismo tiempo el Santo Grial y una señal de alerta. No han faltado engaños, teorías de conspiración e informes que ponen en riesgo la credibilidad sobre su investigación.
Por ejemplo, en 1992, el físico ruso Evgeny Podkletnov afirmó haber probado con éxito un dispositivo que protege un objeto de la gravedad. El experimento implicó hacer levitar un disco superconductor sobre un imán. Nadie, incluidos los investigadores de la NASA, ha podido replicar este experimento en las casi dos décadas transcurridas desde entonces. En 2002, la investigación del destacado periodista de aviación Nick Cook sobre la supuesta investigación antigravedad nazi no logró ganarse las críticas.
Quizás esté empezando a comprender por qué la "antigravedad" es un tema tabú. O por qué la NASA ha optado anteriormente por investigar la antigravedad a través de proyectos con nombres como Breakthrough Propulsion Physics Project (1996-2002). La NASA incluso publicó un folleto titulado "Respondiendo a la antigravedad mecánica" para ayudar a los investigadores aficionados y profesionales, la mayoría de los cuales presentaron ideas (hasta 100 por año) que involucraban máquinas que parecían crear falsamente un efecto antigravedad.
Y en caso de que se lo pregunte, los vuelos de gravedad cero de la NASA a bordo de aviones C-9 modificados no son ejemplos de antigravedad. Tampoco se logró el efecto de levitación en 2007 al contrarrestar la fuerza de Casimir, una fuerza cuántica que esencialmente hace que los objetos se peguen entre sí, un tipo de nanofricción [fuente:ScienceDaily]. La antigravedad, por otro lado, implica disminuir los efectos de la atracción gravitacional sobre un objeto, y la ciencia aún no ha llegado a ese punto.
Muchos científicos creen firmemente que la antigravedad no es posible, dado lo que sabemos sobre el universo y las leyes que lo gobiernan. Así que, por ahora, todos esos asombrosos artilugios antigravedad tendrán que permanecer dentro del ámbito de la ciencia ficción.
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