Para entender por qué los alimentos cambian de color, es útil saber por qué tienen color.
El color aparece cuando la luz visible interactúa con los conos de nuestros ojos, generando señales nerviosas que los centros de visión del cerebro interpretan. Solo vemos luz que cae dentro de nuestro rango de percepción (longitudes de onda entre 400 y 700 nanómetros, desde violeta hasta rojo) y solo si se refracta o refleja. La luz absorbida nunca llega a nuestros ojos, pero afecta los colores que percibimos al restar longitudes de onda particulares de la luz que sí lo hace.
Las plantas adoptan una variedad de colores debido a los pigmentos naturales de sus células. Clorofila a , un pigmento común en los organismos fotosintéticos, absorbe principalmente longitudes de onda violeta-azul y rojo-naranja y aparece verde a menos que esté enmascarado por otros pigmentos. Para absorber la mayor cantidad de energía posible, las plantas también contienen pigmentos accesorios que absorben los rangos espectrales que la clorofila a no absorbe. La clorofila b, por ejemplo, absorbe la luz roja, anaranjada y verde. Otros ejemplos de pigmentos en los alimentos incluyen:
Estos pigmentos también provocan uno de los cambios de color más famosos de la naturaleza:la llegada del otoño. Las antocianinas se esconden en la savia de las hojas de los arces rojos durante todo el año, pero solo después de que el pigmento de clorofila, más dominante, se descompone, los morados y rojos pueden brillar.
Pero, ¿qué determina qué colores absorben estos pigmentos? La respuesta tiene que ver con su estructura molecular y su composición. Por ejemplo, el licopeno es un isómero de caroteno, lo que significa que tiene la misma fórmula química pero una estructura diferente. Esta diferencia estructural explica su patrón de absorción.