Si alguna vez has pasado por una ruptura de amistad, no estás solo:un estudio realizado en EE. UU. encontró que el 86 % de los adolescentes había experimentado una.
Aunque tendemos a pensar que las rupturas graves son el fin de las relaciones románticas, perder a un amigo (especialmente uno que ha sido cercano a ti) puede ser igual de difícil.
En una sesión reciente de un grupo de desarrollo personal que dirijo, varios participantes de entre 20 y 30 años hablaron de haber sido abandonados por un amigo. Les sorprendió lo similar que había ocurrido la "ruptura". La mayoría pensó que todo estaba bien, luego recibió un mensaje de texto largo en el que el amigo explicaba que no estaban contentos y que no querían más contrato.
Muchos reaccionaron como era de esperar. "¿Cómo no vi venir esto?" "¿Cómo pudo mi amigo terminar con esto?" También decían cosas como:"¿Por qué me siento tan devastado, cuando no es como si fuera mi compañero de vida ni nada por el estilo?". "¿Cómo puedo hablar de lo mal que me siento o conseguir apoyo cuando la gente probablemente piense que estoy exagerando?"
La investigación sobre el apego puede ayudarnos a entender por qué la ruptura de una amistad puede ser devastadora.
Como niños, nuestras relaciones más importantes son con nuestros padres o cuidadores. Pero durante la adolescencia esto cambia.
Esto es parte de nuestro diseño genético, que nos prepara para crecer y construir una vida adulta independientemente de nuestros padres. Cambiamos a la persona en la que más confiamos, en la que más confiamos y con la que buscamos un contacto íntimo, a alguien que es una pareja romántica o un mejor amigo.
Un vínculo con un amigo (tu compañero, confidente y compañero de viaje a través de grandes cambios al entrar en la edad adulta) puede ser más fuerte que cualquier otro vínculo. Las mujeres en particular tienden a discutir temas personales con amigos más que con la familia.
Como psicoterapeuta, a menudo escucho a clientes describir cómo los amigos brindan estabilidad continua incluso cuando las relaciones románticas pueden ir y venir. Tener un mejor amigo es una parte importante de un desarrollo saludable.
Así que no es de extrañar que tu mundo pueda sacudirse si las cosas van mal con esa persona. Puede resultar especialmente desorientador si no lo viste venir. Las investigaciones muestran que el método más común para poner fin a una amistad es evitarla, es decir, no abordar los problemas involucrados.
Esto puede ser un shock y la sensación de ser rechazado puede doler tanto como el dolor físico. Puede afectar tu confianza, especialmente si no entiendes qué salió mal.
Las principales razones por las que las amistades terminan en la edad adulta temprana son la separación física, hacer nuevos amigos que reemplazan a los antiguos, que les desagrade el amigo y la interferencia debido a citas o matrimonio.
Una relación romántica seria o formar una familia significa que el tiempo y la concentración dedicados a la amistad disminuirán naturalmente. Y, si uno de ustedes todavía está soltero, esa persona podría sentirse excluida, celosa y amenazada.
Las amistades no tienen por qué terminar con cambios como este, si puedes intentar empatizar con lo que está pasando tu amigo en lugar de juzgarlo o tomarlo como algo personal. Hablar con tu amigo sobre las diferencias y cómo te afecta puede normalizar los sentimientos que podrías estar experimentando.
Al hablar, también pueden asegurarse mutuamente de su compromiso con la amistad, incluso si necesitan ajustar la forma en que pasan el tiempo juntos. Darle a una amistad un espacio para crecer, cambiar, atravesar momentos difíciles, pero aun así volver a unirse, puede fortalecer su vínculo y permitir que continúe a través de muchos años de tumultuosos acontecimientos en la vida. Las amistades largas naturalmente pasan por fluctuaciones, por lo que es normal que a veces os sintáis más cerca y otras más separados.
Pero, ¿qué pasa si has intentado discutir cosas con tu amigo pero él no quiere hablar contigo? Esto puede hacer que tus sentimientos de cercanía se vean afectados.
Peor aún, el amigo podría intentar hacerte sentir mal contigo mismo, haciéndote sentir culpable por desarrollar otras relaciones o intereses. Tal ausencia de respeto y apoyo mutuos indica que una forma saludable de relacionarse ha terminado. Aquí es cuando es mejor dejar ir esa amistad. En tales circunstancias, puede ser un alivio poner fin a tu relación con esa persona.
Si una amistad se rompe, es posible que experimentes el tipo de angustia asociada con las rupturas románticas, como síntomas de depresión, ansiedad y cavilación (pensar mucho en la situación). Las oleadas de sentimientos dolorosos son normales. Estos disminuirán con el tiempo.
Puedes ayudarte a superar esas ondas practicando la respiración diafragmática, que se ha demostrado que reduce el estrés. Esta es una técnica sencilla que puedes realizar tú mismo en cualquier lugar y en cualquier momento. Coloque una mano en la base de las costillas e inhale hacia esa mano, sintiendo cómo se eleva contra su vientre con cada inhalación. Inhale contando hasta tres y exhale hasta siete. Sigue repitiendo hasta que te sientas más tranquilo.
Hablar de la situación con otra persona puede ser útil y podría permitirle ver qué puede aprender de ello. O intenta llevar un diario para expresar libremente tus pensamientos y sentimientos, lo que puede estimular emociones positivas y ayudarte a aceptar gradualmente la situación.
Al afrontar cualquier tipo de ruptura, los rasgos de resiliencia (optimismo, autoestima y determinación) te ayudarán a adaptarte. Puedes construirlos recordándote que hay muchas personas maravillosas con las que puedes hacer nuevos amigos, que eres una persona valiosa para tener como amigo y esforzándote activamente en fomentar otras amistades en tu vida.
Proporcionado por The Conversation
Este artículo se vuelve a publicar desde The Conversation bajo una licencia Creative Commons. Lea el artículo original.