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    La cobertura polarizadora y sensacionalista de los atletas transgénero por parte de los medios debe terminar. Nuestra investigación muestra un camino a seguir

    Crédito:Shutterstock

    Dada la cobertura mediática reciente y a menudo sensacionalista del tema, es fácil pasar por alto el hecho de que los atletas transgénero han participado en deportes de élite durante décadas, al menos desde que la tenista Renée Richards compitió en el Abierto de Estados Unidos de 1976.

    Los atletas transgénero también han podido competir en los Juegos Olímpicos desde 2004. Pero en el último año, la visibilidad de atletas transgénero como la levantadora de pesas de Nueva Zelanda Laurel Hubbard y la nadadora estadounidense Lia Thomas ha despertado un interés considerable en los medios y el debate público.

    Más recientemente, la federación internacional de deportes acuáticos FINA ha lanzado una nueva política que solo permitirá que las atletas transgénero que hayan hecho la transición antes de los 12 años participen en competencias internacionales de natación de élite. Algunos han llamado a la política transexclusiva y una "erosión inaceptable de la autonomía corporal".

    Claramente, el tema plantea preguntas críticas sobre la categorización del sexo, el género y el deporte, lo que requiere un argumento complejo y una comprensión matizada de los problemas transgénero. Sin embargo, la cobertura de los medios puede enmarcar esas preguntas en términos claramente opuestos, lo que sugiere que solo hay dos lados en el debate (a favor o en contra de la inclusión) y que la "justicia" y la "inclusión" son irreconciliables.

    Nuestra investigación, publicada esta semana (y en un próximo libro, Justice for Trans Athletes:Challenges and Struggles), sugiere que los medios de comunicación no son neutrales al informar sobre estos problemas y juegan un papel importante en cambiar la percepción pública y dar forma a la política con respecto a las personas transgénero. participación de las personas en el deporte.

    Lenguaje, encuadre y voz

    Para examinar esto, analizamos la cobertura de los medios escritos en torno a la calificación y participación de la levantadora de pesas de Nueva Zelanda Laurel Hubbard en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Examinamos 620 artículos en inglés en tres períodos de tiempo, desde el anuncio de su calificación, durante los Juegos y después del evento.

    Sobre la base de investigaciones anteriores sobre la cobertura mediática de las personas transgénero, comenzamos por establecer un "libro de códigos" lingüístico que incluía categorías como inclusión, equidad, confusión de género y detalles de transición médica.

    En segundo lugar, creamos subcategorías basadas en el tono del contenido y el significado implícito, codificando para cada orador en un artículo determinado.

    Descubrimos que, a pesar de las útiles guías de medios producidas por organizaciones LGBTQI+ como Athlete Ally, GLAAD y la Asociación de Periodistas Trans, gran parte de la cobertura seguía repitiendo viejos patrones, incluido el uso de lenguaje problemático como "deadnaming" (usando un pre-transition nombre).

    En general, nuestro estudio reveló un marco común del tema como una "controversia legítima" (un término acuñado por el estudioso de las comunicaciones Daniel Hallin en su análisis de la cobertura mediática de la Guerra de Vietnam).

    La gran mayoría de los medios en nuestra muestra enmarcaron la inclusión de Hubbard en términos polarizadores de "a favor o en contra", y explícita e implícitamente narraron su inclusión y participación olímpica como altamente cuestionables, y el tema como abierto al debate público.

    Uno de los artículos más sensacionalistas argumentó que su participación sería un "terrible error que destruye los derechos de las mujeres a la igualdad y la justicia, y acabará con el sueño olímpico de las mujeres atletas".

    Matiz y complejidad

    Most reports, however, took a less extreme approach, instead presenting the details of Hubbard's life—her transition and how she met IOC criteria—in a way that invited the audience to take a position on her inclusion.

    But while selectively seeking and using quotes from advocates and opponents might be perceived as balanced and good journalistic practice, it also risks stifling a more nuanced dialogue. Some media sources even used public polling, further framing this as a debate that everyone—regardless of expertise—should join.

    Although Hubbard's view was often included in the form of prepared statements from press releases or quotes from older interviews, she was presented as just one voice—not necessarily an important one—in the debate about her own inclusion.

    Our research shows that what has been lacking in much media coverage is a sense of Hubbard's humanity and her own experiences of her athletic career. In essence, she was denied the one thing she ever asked of the media:"to be treated the way that other athletes have been treated."

    Scientists' views were given the most credence, particularly those focused narrowly on the effects of testosterone. Journalists rarely acknowledged that the scientific community itself is divided, or that research on this subject remains contested, with little focusing specifically on trans women athletes.

    Previous research has demonstrated the psychological harm, including stress and depression, done by negative or stereotypical media depictions of transgender people. This includes framing their participation in society and sport as "up for debate" or "out of place."

    Ethical and responsible reporting

    However, a few journalists in our sample adopted more ethical approaches in their reporting on Hubbard's inclusion. We interviewed several, who spoke of their efforts to further educate themselves and to limit harmful rhetoric. As one American sports journalist explained:"In general, this notion that journalists serve their audience by just 'here's both sides, you decide' is a fallacy. It is our job to try to sort through some of this, where there is disproportionate harm, disproportionate blame."

    Another Australian journalist spoke of the need for more nuanced coverage:"I wish that there was more of a will inside the media to expand the conversation […] to paint the complexities. But unfortunately […] everything is a very quick response, often with no foundation or research, no time given to it. [So] the temptation is you just go for the headline. And I think that's where the media is failing a lot of these more complex discussions."

    We also acknowledge how challenging this issue is to write about well, accurately, non-sensationally and constructively. This is similarly experienced by many academics.

    To move this conversation forward productively will require responsible journalism that considers the complexities of the subject, engages critically with science, and respects and values the voices and lived experiences of transgender athletes and those from the wider transgender community. + Explora más

    Transgender athletes:Balancing the debate between science, performance and human rights

    Este artículo se vuelve a publicar de The Conversation bajo una licencia Creative Commons. Lea el artículo original.




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