Liliana Reina difundiendo su estudio en un encuentro. Crédito:Universidad de Córdoba
En décadas recientes, Han surgido movimientos alternativos de suministro de alimentos. Estos se basan en una mayor participación de la sociedad en la coordinación y la toma de decisiones con respecto a los alimentos. Estas cadenas cortas de suministro de alimentos se traducen en mercados de productores, cooperativas de alimentos y grupos de consumidores en los que un grupo de personas se organiza con los productores para obtener suministros de los productos necesarios.
A pesar de que estos sistemas suelen tener elementos comunes que los atraviesan, como la búsqueda de la soberanía alimentaria, productores cercanos y productos locales y la evaluación de buenas prácticas agrícolas, el factor territorial moldea las características específicas de cada cadena en función de la ciudad o pueblo donde se ubica.
A lo largo de estas líneas, un estudio liderado por la investigadora de la Universidad de Córdoba Liliana Reina Usuga —en el que también participaron el profesor de la Facultad de Ingeniería Agrícola y Forestal Tomás de Haro y el investigador del Instituto de Investigación y Capacitación Agrícola y Pesquera de Granada Carlos Parra-López— analizó los procesos de gobernanza, como en los mecanismos de coordinación de los actores dentro de las cadenas territoriales cortas de suministro de alimentos en Córdoba y Bogotá, dos ciudades que tienen las mismas cadenas, pero funcionan de manera diferente debido a las características de cada ciudad. Las diferentes densidades de población y distancias en cada ciudad determinan la forma en que se organizan los colectivos que participan en estas cadenas de suministro.
En busca de procesos de gobernanza, primero identificaron narrativas sociales, la teoría sobre la que se crean estas iniciativas. Mediante el método Q, que es una metodología que surgió en psicología y se utiliza para identificar narrativas sociales, trabajaron con diferentes grupos de interés:productores, ONG, universidades y administración pública. Activismo alimentario, ayuda para el desarrollo, la visión de estas cadenas como un nicho de mercado, la autogestión local y la conciencia social y ambiental fueron las cinco narrativas compartidas por los actores de estos mercados a ambos lados del Atlántico, aunque algunas narrativas eran más fuertes que otras dependiendo de la ciudad. Mientras que en Córdoba la narrativa del activismo por la comida fue más fuerte, lo que significa que quienes están en este tipo de movimientos son personas comprometidas con el medio ambiente y la justicia social, y están impulsados por esta empresa:en Bogotá hubo un mayor sesgo hacia la ayuda al desarrollo, debido a que muchas de las cadenas están siendo impulsadas por ONG y trabajadores humanitarios.
Una vez que se identificaron estas narrativas, se analizaron los mecanismos de coordinación, como la toma de decisiones (en asamblea o por consenso), fijación de precios de los alimentos y resolución de conflictos entre los grupos. Según estos mecanismos, se establece una gobernanza de red, en el que diferentes actores participan horizontalmente con bajo poder central. Además, se establece una gobernanza reflexiva, ya que estos movimientos crean espacios de diálogo y acción colectiva para cuestionar las condiciones alimentarias y proponer alternativas.
Con el fomento de la gobernanza reflexiva y la gobernanza en red en la que participan la sociedad y los actores de la cadena, nos estamos acercando a sistemas alimentarios más sostenibles y democráticos, pasando del concepto de seguridad alimentaria (acceso y disponibilidad de alimentos) al de democracia alimentaria (participación activa en las decisiones sobre qué tipo de alimentos producir y cómo hacerlo).
El hecho de que el público desempeñe un papel más importante a la hora de decidir sobre su nutrición y el uso de cadenas locales reduce la vulnerabilidad de las personas frente a las crisis del sistema alimentario.