. Cognición social . Nuestros antepasados vivían en comunidades mucho más pequeñas e íntimas que las nuestras hoy. Esto significó que tenían un sentido mucho más fuerte de conexión social y pertenencia. También eran más propensos a cooperar entre sí y a ajustarse a las normas sociales.
Flexibilidad cognitiva. Nuestros antepasados eran mucho más adaptables que nosotros hoy. Tenían que poder sobrevivir en una variedad de entornos diferentes y tenían que poder aprender cosas nuevas rápidamente. Esta flexibilidad cognitiva les permitió prosperar en un mundo en constante cambio.
. Percepción . Nuestros antepasados tenían una visión del mundo mucho más holística que la nuestra hoy. Era menos probable que se centraran en objetos individuales y más probable que vieran el mundo como un todo. Esta visión holística del mundo les permitió darle sentido a su entorno y encontrar patrones en el entorno.
Memoria . Nuestros antepasados tenían mucha mejor memoria que nosotros hoy. Pudieron recordar grandes cantidades de información, incluidos detalles sobre sus vidas personales, su comunidad y el mundo natural. Esta fuerte memoria les permitió aprender de sus experiencias y transmitir conocimientos a las generaciones futuras.
Idioma . Nuestros antepasados desarrollaron el lenguaje como una forma de comunicarse y cooperar. El lenguaje les permitió compartir ideas, contar historias y planificar para el futuro. Esta capacidad de comunicarse fue esencial para el éxito de la especie humana.
Éstas son sólo algunas de las diferencias clave entre las mentes de nuestros antepasados y la nuestra. Si bien nuestros antepasados pudieron haber tenido algunas capacidades cognitivas diferentes, todavía eran muy parecidos a nosotros. Eran seres inteligentes, sociales y creativos que pudieron prosperar en un mundo desafiante.