Por otro lado, los animales de presa, con los ojos colocados a los lados de la cabeza, obtienen un campo de visión más amplio que se extiende hasta casi 300 grados en muchas especies. Esta visión panorámica ofrece una detección temprana de posibles depredadores que se acercan desde varios ángulos, lo que permite respuestas de escape rápidas y una mayor vigilancia contra las amenazas. Si bien dicha visión puede no proporcionar una percepción precisa de la profundidad, sirve como una estrategia de supervivencia esencial para mantenerse alerta ante peligros potenciales.
Al evolucionar para tener ojos en determinadas posiciones, diferentes especies animales se han adaptado a sus nichos ecológicos y desafíos ambientales, asegurando su supervivencia y éxito en sus respectivos hábitats.