Las cafeterías han existido durante siglos, pero no fue hasta finales de 1600 y principios de 1700 que se hicieron populares en Europa, especialmente en Londres y París. En ese momento, las cafeterías se convirtieron en centros de debate social e intelectual y a menudo se las denominaba "universidades de un centavo" porque, por el precio de una taza de café, uno podía entablar debates estimulantes con personas de ideas afines. Si bien estas primeras cafeterías probablemente no fueron directamente responsables del surgimiento del consumismo moderno, sí contribuyeron al desarrollo de una cultura de sociabilidad pública y a un alejamiento de las sociedades agrarias tradicionales hacia sociedades más urbanas y comerciales. Este entorno fomentó el intercambio de ideas y la difusión de nuevas tecnologías e innovaciones, que podrían verse como precursoras de la cultura consumista de los tiempos modernos.