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    Sangre azul sobre hielo:cómo sobrevive al frío un pulpo antártico
    En las heladas profundidades del Océano Antártico, donde las temperaturas pueden caer por debajo del punto de congelación, vive una criatura extraordinaria:el pulpo de sangre azul. Este cefalópodo ha desarrollado una adaptación única para sobrevivir en estas condiciones extremas:una proteína en su sangre que actúa como anticongelante natural, evitando que los fluidos corporales del pulpo se congelen.

    El pulpo de sangre azul (Adelieledone adelieana) es una especie pequeña que se encuentra en las aguas que rodean la Antártida. Tiene un cuerpo pálido y translúcido con sangre azul oscuro, lo que le da nombre. Este pulpo es una parte importante de la red alimentaria antártica, se alimenta de peces pequeños e invertebrados y, a su vez, es presa de focas y ballenas.

    La clave para la supervivencia del pulpo de sangre azul en el frío es una proteína llamada glicoproteína anticongelante (AFGP). Esta proteína se une a los cristales de hielo, impidiendo que crezcan y dañen las células del pulpo. Los AFGP se encuentran en una variedad de animales polares, incluidos peces, insectos y plantas, pero el pulpo de sangre azul tiene una de las proteínas anticongelantes más efectivas que se conocen.

    ¿Cómo funciona AFGP? Cuando la temperatura desciende por debajo del punto de congelación, las moléculas de agua comienzan a formar cristales de hielo. Estos cristales pueden crecer y dañar las células al perforar sus membranas. Los AFGP funcionan uniéndose a la superficie de los cristales de hielo, evitando que crezcan más. Esto permite que el pulpo sobreviva a temperaturas tan bajas como -1,8 grados Celsius (28,8 grados Fahrenheit).

    Además del AFGP, el pulpo de sangre azul tiene otras adaptaciones que le ayudan a sobrevivir en el frío. Estos incluyen un metabolismo lento, que reduce sus necesidades energéticas, y una gruesa capa de aislamiento, que ayuda a mantenerlo caliente.

    El pulpo de sangre azul es un ejemplo fascinante de cómo los animales pueden desarrollar adaptaciones para sobrevivir en ambientes extremos. Su proteína anticongelante única es un ejemplo notable de cómo la naturaleza ha encontrado una manera de superar los desafíos del frío.

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