La araña escafandra:
La araña campana de buceo ha desarrollado una forma ingeniosa de crear un espacio para respirar bajo el agua. Construye una campana de buceo de seda, una estructura en forma de cúpula, hilando hebras de seda entre plantas acuáticas u objetos sumergidos. La campana de buceo está llena de aire y sirve como una pequeña burbuja de aire dentro del agua.
La araña campana de buceo recolecta y almacena aire en su campana de buceo atrapando burbujas de aire en la superficie del agua y llevándolas a su estructura submarina. Estas burbujas de aire se capturan mediante pelos especializados en su cuerpo y patas, que atrapan el aire y permiten transportarlo bajo el agua.
Dentro de la campana de buceo, la araña puede respirar cómodamente el aire atrapado, creando un ambiente rico en oxígeno. La araña repone periódicamente el suministro de aire nadando hacia la superficie y capturando nuevas burbujas de aire. Esta adaptación permite que la araña buzo sobreviva sumergida durante períodos prolongados.
La araña de agua:
La araña de agua, también conocida como araña pescadora, es otra maravilla de la adaptación submarina. Si bien no construye una campana de buceo como la araña campana de buceo, todavía tiene una estrategia única para respirar bajo el agua.
La araña de agua tiene una capa de pelos hidrófobos que repelen el agua y crean pequeñas bolsas de aire alrededor de su cuerpo. Estas bolsas de aire actúan como pequeñas campanas de buceo que atrapan el aire y permiten que la araña respire.
Además, la araña de agua posee un mecanismo respiratorio especial llamado plastrón. El plastrón es una capa de densos pelos ubicada en la parte inferior de su abdomen, que crea una barrera entre el agua y el cuerpo de la araña. El plastrón atrapa una fina película de aire, lo que permite a la araña absorber oxígeno del agua.
Esta inteligente adaptación permite a la araña de agua permanecer parcialmente sumergida durante largos períodos, aventurándose en el agua para cazar presas acuáticas y luego regresando a la superficie para reponer su suministro de aire.
Tanto la araña escafandra como la araña de agua presentan adaptaciones notables que les permiten prosperar en ambientes acuáticos. Sus ingeniosas estrategias de respiración les han permitido colonizar hábitats submarinos y convertirse en depredadores exitosos en sus respectivos ecosistemas.