Los zafiros no suelen mostrar una gran afinidad por el agua. Si bien pueden encontrarse en depósitos aluviales o cerca de fuentes de agua debido a procesos geológicos, los zafiros en sí no son intrínsecamente amantes del agua ni se sienten atraídos por el agua. Su aparición en determinadas ubicaciones geográficas está determinada por las formaciones geológicas y la presencia del mineral corindón, que es el componente principal de los zafiros.