El equipo de investigación, dirigido por la Dra. Adriana Briscoe de la Universidad de Melbourne, realizó experimentos de campo en Australia Occidental utilizando flores silvestres del género Lechenaultia. Estas flores exhiben una amplia gama de colores, que incluyen azul, morado, rosa y blanco. Los investigadores observaron las visitas de las abejas a las flores y analizaron el polen recolectado por las abejas para determinar qué colores de flores les resultaban más atractivos.
Sus hallazgos revelaron que las abejas mostraban distintas preferencias de color, con una fuerte atracción por las flores azules y moradas. Esta preferencia se atribuyó al sistema visual de las abejas, que es más sensible a longitudes de onda de luz más cortas, lo que hace que las flores azules y violetas sean más llamativas para ellas.
Además, los investigadores descubrieron que las abejas mostraban un comportamiento de aprendizaje en cuanto al color de las flores. Observaron que las abejas inicialmente mostraron un enfoque generalista, visitando flores de diferentes colores. Sin embargo, con el tiempo, desarrollaron una preferencia por colores de flores específicos, centrando sus visitas en los colores que proporcionaban la mayor recompensa de néctar.
Esta capacidad de aprendizaje permitió a las abejas optimizar su eficiencia de búsqueda de alimento, ya que podían identificar y seleccionar rápidamente los colores de flores más gratificantes. Este comportamiento, a su vez, ejerció una presión selectiva sobre las flores silvestres, favoreciendo la evolución de colores florales que eran más atractivos para las abejas y aseguraban una polinización eficiente.
El estudio destaca la importancia de las preferencias de los polinizadores a la hora de dar forma a la evolución de los colores de las flores. Al comprender las capacidades visuales y de aprendizaje de las abejas, los investigadores obtienen información sobre los mecanismos que impulsan la diversificación de los rasgos de las flores y las intrincadas relaciones entre las plantas y sus polinizadores.
Este conocimiento puede tener implicaciones para los esfuerzos de conservación, ya que enfatiza la importancia de preservar los hábitats que sustentan a diversas poblaciones de abejas y mantener la intrincada red de interacciones que sustentan los ecosistemas saludables. Al salvaguardar estas relaciones, podemos garantizar el éxito continuo tanto de las plantas como de los polinizadores, manteniendo el delicado equilibrio de la naturaleza.