Los investigadores descubrieron que una proteína llamada TRPV1, responsable de detectar el calor y el dolor, se expresa en diferentes niveles en hombres y mujeres. Los hombres tienen niveles más altos de TRPV1 en la piel, lo que los hace más sensibles al tacto que las mujeres.
Esta diferencia en la expresión de TRPV1 está regulada por la hormona sexual estrógeno. El estrógeno disminuye la expresión de TRPV1, lo que hace que las mujeres sean menos sensibles al tacto.
Los investigadores también descubrieron que la diferencia en la expresión de TRPV1 entre hombres y mujeres no se debe sólo a la genética. También está influenciado por factores ambientales, como el estrés y la dieta.
Estos hallazgos podrían tener implicaciones para el tratamiento del dolor y otros trastornos sensoriales. Por ejemplo, los medicamentos dirigidos a TRPV1 podrían usarse para tratar el dolor crónico en hombres y mujeres.
Los hallazgos también podrían conducir a nuevos tratamientos para trastornos sensoriales, como el autismo y la esquizofrenia. Estos trastornos suelen caracterizarse por diferencias en el procesamiento sensorial, y la proteína TRPV1 podría ser un objetivo potencial para nuevas terapias.
En general, este estudio proporciona nuevos conocimientos sobre los mecanismos moleculares que subyacen a las diferencias sexuales en la percepción del tacto. Estos hallazgos podrían conducir a nuevos tratamientos para el dolor y otros trastornos sensoriales.