Un enfoque común es el estudio de Costanza de 1997, que estimó el valor global de los servicios de los ecosistemas en aproximadamente 33 billones de dólares al año. Esto incluye servicios como la regulación del clima, la filtración de agua, la polinización, la formación del suelo y la recreación. Además, el estudio encontró que los beneficios de los servicios ecosistémicos superan con creces los costos de proteger y mantener la naturaleza, lo que la convierte en una inversión que vale la pena.
Otro enfoque es el concepto de capital natural, que se refiere al stock de recursos naturales y ecosistemas que brindan beneficios a los humanos. Al estimar el valor económico de estos recursos y ecosistemas, podemos comprender mejor su contribución a la economía y tomar decisiones informadas sobre cómo gestionarlos.
Por ejemplo, un estudio del Banco Mundial de 2015 estimó que el valor global de los bosques era de aproximadamente 16,2 billones de dólares al año. Esto incluye el valor de la madera, los productos forestales no maderables, la regulación del clima y la protección de las cuencas hidrográficas. Al reconocer el valor económico de los bosques, los gobiernos y las empresas pueden tomar decisiones más informadas sobre la conservación y el manejo forestal sostenible.
En resumen, si bien es difícil asignar un valor monetario preciso a la naturaleza, varios estudios y enfoques han proporcionado estimaciones que resaltan el importante valor económico de la naturaleza y sus servicios ecosistémicos. Estos estudios apoyan la idea de que proteger y preservar la naturaleza no sólo es importante para la salud ecológica sino que también tiene sentido económico.