En dos casos recientes, las comunidades sudafricanas han argumentado con éxito ante los tribunales que sus creencias y prácticas culturales deberían tenerse en cuenta al considerar los impactos del cambio climático. Estos casos representan un avance significativo, ya que muestran que los tribunales están cada vez más dispuestos a reconocer la importancia de los factores culturales en los litigios climáticos.
El primer caso, presentado por la comunidad Xolobeni contra Shell, se decidió en 2021. La comunidad argumentó que el proyecto de gas propuesto por Shell violaría su derecho a la cultura, ya que dañaría sitios sagrados y perturbaría las prácticas pesqueras tradicionales. El tribunal estuvo de acuerdo y dictaminó que Shell debe realizar una evaluación de impacto ambiental completa que tenga en cuenta los impactos culturales del proyecto.
El segundo caso, presentado por la comunidad de Amadiba contra Shell, se decidió en 2022. La comunidad argumentó que las actividades de exploración petrolera de Shell dañarían el medio marino y perturbarían sus prácticas pesqueras tradicionales. El tribunal nuevamente estuvo de acuerdo y dictaminó que Shell debe realizar una evaluación de impacto ambiental completa que tenga en cuenta los impactos culturales del proyecto.
Estos casos son importantes por varias razones. Primero, muestran que los tribunales están cada vez más dispuestos a reconocer la importancia de los factores culturales en los litigios climáticos. En segundo lugar, proporcionan un modelo para otras comunidades que buscan proteger sus derechos culturales de los impactos del cambio climático. En tercer lugar, destacan la importancia de los conocimientos y prácticas tradicionales indígenas para comprender y abordar el cambio climático.
Los casos de Xolobeni y Amadiba son un recordatorio de que el cambio climático no es sólo una cuestión ambiental, sino también una cuestión cultural. Los impactos del cambio climático se sienten no sólo en el entorno físico, sino también en las prácticas y tradiciones culturales de las comunidades de todo el mundo. Al reconocer la importancia de los factores culturales en los litigios climáticos, los tribunales pueden ayudar a garantizar que estas comunidades tengan voz en la lucha contra el cambio climático.