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    Nueva Zelanda lanza un plan para prepararse para los impactos del cambio climático:cinco áreas donde el trabajo duro comienza ahora

    Crédito:Unsplash/CC0 Dominio público

    El primer plan de adaptación climática de Nueva Zelanda, lanzado esta semana, proporciona una base sólida para la acción urgente a nivel nacional.

    Sus objetivos son absolutamente convincentes:reducir la vulnerabilidad, desarrollar la capacidad de adaptación y fortalecer la resiliencia.

    Informes recientes del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) han subrayado la necesidad de esfuerzos efectivos y transformadores para reducir las emisiones con urgencia mientras se adaptan y se preparan para los impactos inevitables del cambio climático.

    Pero este plan nacional de adaptación es solo el comienzo. El trabajo duro aún está por venir en su implementación. Es lamentable que la nueva ley propuesta que proporcionaría la arquitectura institucional para la adaptación climática se haya retrasado hasta finales del próximo año.

    Basado en mi experiencia como autor del IPCC y trabajando con comunidades alrededor de Aotearoa Nueva Zelanda y en el extranjero, hay cinco áreas clave que necesitan un enfoque más preciso a medida que comenzamos a traducir las intenciones del plan en una realidad práctica.

    Reducir el riesgo para las personas en la 'primera línea' de los impactos

    Primero, el cambio climático afectará todos los aspectos de la vida. Estos impactos a menudo serán el resultado de eventos extremos combinados con el clima que ya se están volviendo más frecuentes e intensos.

    Las personas más afectadas son invariablemente las más vulnerables. Necesitamos prestar más atención a las causas fundamentales y los impulsores de la vulnerabilidad y las acciones para reducir la vulnerabilidad y, en última instancia, el riesgo climático.

    Esto significa abordar la pobreza, la marginación, la inequidad y otras causas estructurales de vulnerabilidad. Históricamente, gran parte del trabajo basado en el riesgo se ha centrado en cálculos basados ​​en una fórmula que considera el riesgo como producto de la amenaza y la vulnerabilidad. Este enfoque es demasiado técnico.

    Necesitamos enfocarnos en reducir la vulnerabilidad social a los impactos del cambio climático, especialmente para aquellos en la "primera línea" de exposición a los impactos climáticos, como las comunidades costeras que enfrentan el aumento del nivel del mar. Cada región y localidad debe poder identificar y priorizar quién está más expuesto y vulnerable y catalizar acciones proactivas para reducir esta vulnerabilidad.

    Un futuro resistente al clima

    En segundo lugar, el plan reconoce claramente el papel vital de todos los actores de la gobernanza en su implementación. Sin embargo, en la práctica, el gobierno local tendrá una responsabilidad especialmente significativa en la traducción de este plan a la acción.

    No parece haber suficiente atención centrada en cómo se construirá la capacidad de adaptación del gobierno local en esta primera etapa de implementación. El gobierno local será el punto de apoyo para permitir, o dificultar, la adaptación a nivel local.

    El desarrollo de capacidades transformadoras, desde el nivel político hasta el operativo del gobierno local, es imperativo y debe ocurrir en asociación con tangata whenua, el gobierno central, el sector privado (que recibe poca atención en este plan) y la sociedad civil.

    Tercero, introducir el concepto de desarrollo resiliente al clima es un marco bienvenido. Este es un concepto emergente, destacado en un capítulo del informe del IPCC sobre adaptación. El desarrollo resiliente al clima reconoce el entrelazamiento inherente de los esfuerzos de mitigación y adaptación para promover el desarrollo sostenible.

    El plan limita el concepto a un "desarrollo inmobiliario" resistente al clima. Hay trabajo por hacer para profundizar y ampliar este marco a lo largo de las líneas del trabajo del IPCC.

    ¿Quién debe pagar si la gente tiene que mudarse?

    En cuarto lugar, el retiro administrado cobra gran importancia con tantos neozelandeses que viven a lo largo de los ríos y la costa. Solo podemos habilitar la retirada proactiva del peligro inminente si el gobierno determina quién debe pagar.

    En la actualidad, el desencadenante de la retirada suele ser un evento extremo, a menudo a un costo enorme para los afectados. En muchos casos, los que están en peligro no pueden darse el lujo de retirarse sin el apoyo del gobierno. A menudo se encuentran en localidades aprobadas por las autoridades gubernamentales.

    ¿Quién debería contribuir a las medidas que reducen el riesgo y permiten la retirada de los peligros agravados por el clima? ¿Qué proporción de los costos deben asumir aquellos expuestos o afectados y qué proporción debe ser aportada por el gobierno local y central? ¿Y quién hace el llamado al retiro controlado y si debe ser voluntario u obligatorio?

    La pregunta de "quién paga" es una decisión difícil. El plan no proporciona una respuesta, pero no podemos evitarlo si se va a implementar.

    Quinto, es inevitable que haya "ganadores" y "perdedores" en la lucha en curso para adaptarse a un clima cambiante. Los valores y los intereses chocarán y la disputa aumentará a medida que los impactos climáticos se vuelvan más intensos y frecuentes.

    Tendremos que encontrar formas más constructivas de resolver los conflictos agravados por el clima. A veces, el gobierno será solo una de varias partes involucradas y no estará en condiciones de permitir o guiar la resolución de conflictos. Para esto, tendremos que desarrollar procesos y capacidades institucionales para facilitar soluciones de negociación con mediación independiente para la escalada de conflictos climáticos. + Explora más

    Demasiadas palabras, muy poca acción:la justicia climática es esencial para limitar el cambio climático

    Este artículo se vuelve a publicar de The Conversation bajo una licencia Creative Commons. Lea el artículo original.




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