Este movimiento es impulsado por el calor del núcleo de la Tierra, lo que hace que el manto se caliente, se vuelva menos denso y se eleva. A medida que se eleva, se enfría y se vuelve más denso, hundiéndose nuevamente. Este ciclo continuo de calefacción, aumento, enfriamiento y hundimiento crea un flujo lento pero poderoso dentro del manto.