La lluvia ácida, que se forma cuando el agua se combina con contaminantes atmosféricos como el dióxido de azufre y los óxidos de nitrógeno liberados de fuentes como plantas de energía y vehículos, se vuelve ácida y ataca los minerales de carbonato de calcio dentro de la piedra caliza. Esto hace que la piedra caliza se disuelva, lo que provoca erosión superficial, picaduras y degradación gradual de la roca con el tiempo. El calcio disuelto también puede ser transportado por el agua, afectando potencialmente a otras partes del ecosistema.