2. Aparente fijeza de los continentes: Basándose en sus observaciones, muchos científicos creyeron que los continentes estaban fijos en sus posiciones actuales. Señalaron la falta de evidencia de movimientos continentales recientes a gran escala, como la ausencia de cadenas montañosas plegadas o cuencas oceánicas profundas a lo largo de los márgenes continentales.
3. Evidencia fósil insuficiente: Los críticos de la deriva continental argumentaron que el registro fósil no apoyaba la idea de que los continentes hubieran estado conectados en el pasado. Señalaron que los diferentes continentes tienen conjuntos distintos de plantas y animales, sugiriendo que siempre habían estado separados.
4. Dudas sobre la edad de la Tierra: En aquella época, muchos científicos creían que la Tierra era mucho más joven de lo que realmente es. Esto limitó la cantidad de tiempo disponible para que los continentes llegaran a sus posiciones actuales.
5. Sesgo hacia el gradualismo: Muchos científicos fueron influenciados por la creencia predominante en el uniformismo, que sostenía que los procesos geológicos siempre han sido graduales e inmutables. La deriva continental, que proponía el rápido movimiento de los continentes, desafió esta suposición y, por lo tanto, fue recibida con escepticismo.
A pesar de estas objeciones, la comunidad científica finalmente aceptó la deriva continental a medida que surgieron más pruebas, incluso del paleomagnetismo, el estudio del campo magnético de la Tierra registrado en las rocas, y de la expansión del fondo marino, que proporcionó el mecanismo para el movimiento de las placas.