La densidad aparente está influenciada por la textura del suelo porque diferentes texturas del suelo tienen diferentes espacios porosos. Los suelos arenosos tienen espacios porosos grandes, mientras que los suelos arcillosos tienen espacios porosos pequeños. Esto significa que los suelos arenosos tienen una densidad aparente menor que los suelos arcillosos.
En general, la densidad aparente aumenta a medida que la textura del suelo se vuelve más fina. Esto se debe a que los suelos de textura más fina tienen más partículas por unidad de volumen, lo que deja menos espacio poroso. Cuanto mayor es la densidad aparente, menos espacio poroso hay para que el agua y el aire se muevan a través del suelo. Esto puede provocar problemas de drenaje y crecimiento de las raíces.
La densidad aparente también puede verse afectada por otros factores, como el contenido de materia orgánica, la compactación y la estructura del suelo.