En agosto de 1943, se estableció el Proyecto Manhattan bajo la dirección del Mayor General Leslie Groves, con el objetivo de desarrollar la bomba atómica. Los científicos del proyecto, incluidos Oppenheimer, Fermi, Szilárd y muchos otros, enfrentaron varios desafíos, incluido el abastecimiento de cantidades suficientes de uranio. El uranio es un elemento relativamente raro y las reservas conocidas en aquel momento eran limitadas.
Para obtener suficiente uranio para la bomba, el equipo del Proyecto Manhattan se embarcó en un esfuerzo a gran escala para adquirir y refinar mineral de uranio. El gobierno de Estados Unidos negoció acuerdos con Canadá, Bélgica y el Reino Unido para asegurar el acceso a sus recursos de uranio. Además, se lanzó una operación minera masiva en el Congo Belga (actual República Democrática del Congo) para extraer mineral de uranio.
El mineral de uranio extraído se envió a los Estados Unidos y se procesó en varias instalaciones, incluido el Laboratorio Nacional Oak Ridge en Tennessee. Allí, el mineral pasó por varias etapas de purificación y enriquecimiento para producir uranio apto para su uso en las bombas atómicas.
A pesar de estos esfuerzos, los científicos encontraron dificultades para producir suficiente uranio con los niveles de pureza deseados. El proceso fue complejo, llevó mucho tiempo y requirió equipo especializado, lo que provocó retrasos y contratiempos en el proyecto. Sin embargo, en 1945, el Proyecto Manhattan había producido con éxito suficiente uranio para la creación de las bombas atómicas, "Little Boy" y "Fat Man", que se utilizaron en los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki, respectivamente.