El procesamiento de datos InSAR implicó comparar imágenes de radar de satélite adquiridas antes y después del terremoto, lo que permitió detectar cambios sutiles en la superficie de la Tierra. Estos cambios, vistos como franjas de colores en las imágenes de InSAR, indican la deformación del suelo que ocurrió durante y después del terremoto.
Zonas como Coalcomán en Michoacán y Tecomán en Colima exhibieron deformaciones significativas, con desplazamientos que alcanzaron hasta 15 centímetros (5,9 pulgadas) en la línea de visión entre el satélite y el suelo. El suelo se movió tanto vertical como horizontalmente, y las regiones más cercanas al epicentro experimentaron una deformación más sustancial.
Las imágenes de satélite capturaron un área que abarca aproximadamente 120 kilómetros (75 millas) alrededor del epicentro, proporcionando una visión completa del impacto del terremoto y el alcance de la deformación del suelo. La tecnología InSAR continúa demostrando su valor para evaluar y monitorear rápidamente las consecuencias de eventos sísmicos importantes, ayudar en los esfuerzos de respuesta de emergencia e informar la investigación científica.
La deformación en curso pone de relieve la naturaleza compleja de la actividad sísmica de la región, influenciada por factores como la colisión entre las placas tectónicas de América del Norte y Cocos, así como la presencia de fallas dentro de la corteza terrestre. El monitoreo y análisis continuo de estos patrones de deformación son esenciales para comprender el potencial de peligro sísmico y desarrollar estrategias de preparación para terremotos.