Las actividades humanas, como las pruebas de armas nucleares y los accidentes nucleares, también han liberado materiales radiactivos al océano. Estos incluyen isótopos como el cesio-137 y el estroncio-90, que fueron liberados durante las pruebas de armas nucleares en los años 1950 y 1960. Las concentraciones de estos radionucleidos artificiales generalmente han disminuido con el tiempo, pero aún pueden detectarse en el medio marino.
En áreas cercanas a centrales nucleares o vertederos de desechos nucleares, los niveles de radiactividad en el océano pueden ser mayores debido a descargas o fugas de materiales radiactivos. Sin embargo, normalmente existen regulaciones y controles estrictos para minimizar el impacto de estas actividades en el medio marino. En general, se considera que el océano tiene niveles relativamente bajos de radiactividad en comparación con otros entornos, como ciertos ecosistemas terrestres o instalaciones de almacenamiento de desechos nucleares.