El concepto de magma oscuro se origina a partir de modelos petrológicos y estudios experimentales que sugieren que bajo condiciones específicas, como alta presión y temperatura dentro del manto terrestre, ciertos minerales ricos en hierro pueden fundirse y formar "líquidos basálticos" con un contenido muy alto de hierro. Estos líquidos se conocen como "magma oscuro" porque tendrían un menor contenido de sílice y una mayor densidad en comparación con los magmas de silicato más comunes, por lo que parecen más oscuros.
La presencia de magma oscuro en las profundidades de la Tierra podría tener implicaciones para comprender procesos como la convección del manto, la generación de magma y la actividad volcánica. Algunos investigadores creen que el magma oscuro puede proporcionar una explicación para algunas de las variaciones extremas de composición observadas en ciertas rocas volcánicas en la superficie de la Tierra y puede mejorar los procesos de fusión dentro del manto.
Sin embargo, detectar y observar directamente el magma oscuro ha demostrado ser un desafío, principalmente debido a su posible profundidad dentro de la Tierra. La mayoría de las técnicas actuales, como las imágenes geofísicas y el análisis geoquímico, no proporcionan la resolución espacial necesaria para identificar y confirmar la existencia de depósitos de magma oscuro en el manto profundo.
Si bien existe un importante interés científico en el magma oscuro, aún es necesario resolver muchas incertidumbres y complejidades. Es crucial avanzar más en experimentos petrológicos, herramientas geofísicas y modelos computacionales para proporcionar evidencia y validación más sólidas del concepto de magma oscuro y sus posibles efectos en la dinámica del interior de la Tierra.