En primer lugar, las arcillas micáceas tienen una superficie elevada, lo que significa que pueden proporcionar un gran número de sitios potenciales para reacciones químicas. Esto es importante para el origen de la vida, ya que los primeros organismos vivos probablemente eran muy simples y habrían requerido una gran cantidad de reacciones químicas para formarse y sobrevivir.
En segundo lugar, las arcillas micáceas contienen una serie de minerales que podrían haber servido como catalizadores de las reacciones químicas necesarias para el origen de la vida. Los catalizadores son sustancias que pueden aumentar la velocidad de una reacción química sin consumirse en la reacción. Se sabe que algunos de los minerales de las arcillas micáceas, como el hierro y el magnesio, son catalizadores eficaces para una variedad de reacciones químicas.
En tercer lugar, las arcillas micáceas pueden absorber y retener agua, esencial para el origen de la vida. Los primeros organismos vivos probablemente eran acuáticos y habrían necesitado una fuente estable de agua para sobrevivir.
Por todo ello, la arcilla micácea se ha propuesto como posible sustrato para el origen de la vida. Sin embargo, es importante señalar que esta es solo una hipótesis y no hay evidencia definitiva que demuestre que la vida comenzó en arcilla micácea.