Metales:
Cuando la mayoría de los metales reaccionan con el oxígeno, se oxidan para formar óxidos metálicos. Estos óxidos metálicos son típicamente compuestos iónicos que consisten en iones metálicos cargados positivamente e iones de óxido cargados negativamente. La reacción suele ir acompañada de la liberación de energía en forma de calor y/o luz, lo que indica un proceso exotérmico. Los óxidos metálicos formados pueden tener diversas propiedades, como ser básicos, ácidos, anfóteros o neutros. Ejemplos:
- El sodio (Na) reacciona con el oxígeno para formar óxido de sodio (Na2O), liberando calor y luz.
- El magnesio (Mg) se quema en oxígeno para formar óxido de magnesio (MgO), produciendo una luz blanca brillante.
No metales:
Los no metales, por otro lado, reaccionan con el oxígeno para formar óxidos no metálicos. Estos óxidos no metálicos suelen ser compuestos covalentes, que consisten en moléculas formadas al compartir electrones entre átomos no metálicos y átomos de oxígeno. La reacción puede ser exotérmica o endotérmica. Los óxidos no metálicos exhiben diversas propiedades, entre ellas ser ácidos, básicos, anfóteros o neutros. Ejemplos:
- El carbono (C) reacciona con el oxígeno para formar dióxido de carbono (CO2), un compuesto molecular covalente. El proceso de combustión libera calor y luz.
- El azufre (S) se quema en oxígeno para producir dióxido de azufre (SO2), un gas acre con un olor asfixiante.
Al analizar la naturaleza del producto formado (iónico frente a covalente) y el cambio de energía durante la reacción (exotérmica frente a endotérmica), podemos distinguir entre metales y no metales en función de sus reacciones con el oxígeno.