Una de las figuras clave en el desarrollo de la química orgánica fue el químico alemán Friedrich Wöhler. En 1828, Wöhler sintetizó la urea, un compuesto que se encuentra en la orina, a partir de materiales de partida inorgánicos. Este experimento refutó la creencia generalizada en ese momento de que los compuestos orgánicos sólo podían ser producidos por organismos vivos.
Durante las siguientes décadas, los químicos orgánicos lograron avances significativos en la comprensión de la estructura y reactividad de los compuestos orgánicos. El desarrollo de nuevas técnicas analíticas, como la espectroscopia de resonancia magnética nuclear (RMN) y la espectrometría de masas, permitió a los químicos identificar y caracterizar compuestos orgánicos con una precisión cada vez mayor.
En el siglo XX, la química orgánica se convirtió en un importante campo de investigación, con aplicaciones en una amplia gama de industrias, incluidas la farmacéutica, la alimentaria, la del plástico y la de combustibles. Hoy en día, la química orgánica es un campo vasto y complejo, con aproximadamente 10 millones de compuestos orgánicos conocidos.