Oro: El oro era conocido y utilizado desde tiempos prehistóricos debido a su distintivo color amarillento y su maleabilidad. Las civilizaciones antiguas utilizaban el oro para fabricar joyas, adornos, artefactos religiosos e incluso monedas.
Plata: La plata era otro metal de uso común en la antigüedad. A menudo se lo aleaba con oro para aumentar su dureza y durabilidad. La plata se empleaba en la elaboración de joyas, utensilios, objetos religiosos y monedas.
Bronce: El bronce es una aleación compuesta principalmente de cobre y estaño. Fue desarrollado como una mejora respecto al cobre, ya que ofrecía mayor resistencia y dureza. El bronce se utilizó ampliamente en las civilizaciones antiguas para fabricar herramientas, armas, armaduras, esculturas y diversos artefactos.
Hierro: El hierro es un metal relativamente fuerte y abundante. Si bien la Edad del Hierro comenzó más tarde en comparación con la Edad del Cobre o la Edad del Bronce, el hierro finalmente se volvió ampliamente utilizado debido a su resistencia y versatilidad. Las civilizaciones antiguas utilizaban el hierro para forjar herramientas, armas, armaduras y otros objetos.
Líder: El plomo, aunque relativamente blando y no tan fuerte como otros metales, se utilizaba en la antigüedad debido a su bajo punto de fusión y su facilidad de fundición. Se usaba comúnmente para fabricar tuberías de plomería, pesas, contenedores de almacenamiento y algunos tipos de monedas.
Estaño: El estaño se utilizó principalmente como elemento de aleación con cobre para producir bronce. Era relativamente raro en su forma pura, pero tenía aplicaciones específicas en metalurgia y en la producción de herramientas y armas de bronce.
Zinc: El zinc, si bien era conocido por las civilizaciones antiguas, se utilizaba predominantemente como elemento de aleación más que en su forma pura. A menudo se mezclaba con cobre para crear latón, que tiene un aspecto dorado y se utilizaba con fines decorativos.