La ansiedad es una emoción normal que se desencadena por una amenaza percibida. Provoca síntomas físicos y psicológicos como aumento del ritmo cardíaco, sudoración, tensión muscular y sensación de miedo, preocupación e inquietud.
Los ansiolíticos actúan reduciendo la actividad del sistema nervioso central, lo que puede ayudar a aliviar los síntomas de ansiedad. A menudo se utilizan para tratar afecciones como el trastorno de ansiedad generalizada, el trastorno de pánico, el trastorno de ansiedad social y el trastorno de estrés postraumático.
Existen varios tipos de ansiolíticos, que incluyen:
* Benzodiacepinas Son el tipo más común de ansiolítico. Actúan aumentando los niveles de ácido gamma-aminobutírico (GABA) en el cerebro, que tiene un efecto calmante. Ejemplos de benzodiazepinas incluyen diazepam (Valium), alprazolam (Xanax) y lorazepam (Ativan).
* Buspirona Es otro tipo de ansiolítico que no es una benzodiazepina. Actúa estimulando los receptores de serotonina en el cerebro, lo que ayuda a reducir la ansiedad.
* Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) y los inhibidores de la recaptación de serotonina y norepinefrina (IRSN) son antidepresivos que a veces también se usan para tratar los trastornos de ansiedad. Actúan aumentando los niveles de serotonina y norepinefrina en el cerebro, lo que puede ayudar a mejorar el estado de ánimo y reducir la ansiedad.
Los ansiolíticos pueden ser eficaces para reducir los síntomas de ansiedad, pero deben usarse con precaución. Pueden provocar efectos secundarios como somnolencia, mareos, alteración de la coordinación y confusión. También pueden crear hábito, por lo que es importante utilizarlos sólo según lo prescrito por un médico.