Hay varias razones por las que las hormonas sólo pueden afectar a las células/órganos diana. En primer lugar, las hormonas normalmente se producen en concentraciones muy bajas, por lo que no están presentes en concentraciones lo suficientemente altas como para afectar a las células que no tienen receptores para ellas. En segundo lugar, las hormonas suelen metabolizarse o excretarse rápidamente del cuerpo, por lo que no tienen una vida media lo suficientemente larga como para afectar a las células que no están constantemente expuestas a ellas. En tercer lugar, las hormonas suelen transportarse a través del torrente sanguíneo unidas a proteínas, lo que les impide interactuar con células que no tienen receptores para ellas.
La especificidad de la acción hormonal es esencial para mantener la homeostasis en el cuerpo. Si las hormonas pudieran afectar a todas las células del cuerpo, provocarían el caos. Por ejemplo, si la insulina pudiera unirse a los receptores de todas las células, provocaría que los niveles de azúcar en sangre cayeran a niveles peligrosamente bajos. De manera similar, si la adrenalina pudiera unirse a los receptores de todas las células, provocaría que la frecuencia cardíaca y la presión arterial aumentaran a niveles peligrosos.
La especificidad de la acción hormonal es resultado de la evolución del sistema endocrino. Con el tiempo, el sistema endocrino ha evolucionado para producir hormonas que sólo pueden unirse a receptores en células/órganos específicos. Esta especificidad ha permitido al sistema endocrino regular con precisión el metabolismo, el crecimiento y la reproducción del cuerpo.