El oído interno es un órgano complejo responsable de la audición y el equilibrio. Contiene una serie de cámaras y estructuras llenas de líquido que vibran en respuesta a las ondas sonoras. Luego, las vibraciones se convierten en señales eléctricas enviadas al cerebro, interpretándolas como sonido.
El equipo de estudio descubrió que las estructuras del oído interno de los mamíferos se volvieron más complejas con el tiempo, con membranas más delicadas y cámaras más pequeñas. Estos cambios permitieron a los mamíferos escuchar una gama más amplia de sonidos y localizar fuentes de sonido con mayor precisión.
Uno de los cambios más significativos fue el desarrollo de la cóclea, una estructura en forma de espiral revestida de células ciliadas. Las células ciliadas son responsables de convertir las vibraciones en señales eléctricas. En los mamíferos, la cóclea está muy desarrollada, lo que les permite oír una amplia gama de frecuencias.
El estudio también encontró que algunos mamíferos, como los murciélagos, han desarrollado estructuras únicas en el oído interno que se especializan en la ecolocalización. La ecolocalización permite a los animales navegar y encontrar presas emitiendo ondas sonoras y escuchando los ecos que rebotan.
Los hallazgos del equipo de investigación proporcionan nuevos conocimientos sobre la evolución de la audición en los mamíferos. Sugieren que las estructuras del oído interno evolucionaron con el tiempo para volverse más sensibles a las ondas sonoras, lo que permitió a los mamíferos desarrollar sus capacidades auditivas.