La anemia de células falciformes es una afección genética que afecta la forma de los glóbulos rojos, lo que hace que adquieran forma de hoz en determinadas condiciones. Si bien esta afección puede causar problemas de salud, también ofrece un efecto protector contra la malaria, una enfermedad parasitaria transmitida por mosquitos.
Ciertas poblaciones de ciervos portan una mutación en su gen de la beta-globina, similar a la mutación que provoca la anemia de células falciformes en los humanos. Esta mutación provoca un cambio en la estructura de la hemoglobina, la proteína transportadora de oxígeno en los glóbulos rojos. La presencia de esta mutación en los ciervos se ha relacionado con la resistencia contra un tipo de parásito de la malaria que afecta a los ciervos.
El estudio de la genética y el sistema inmunológico de los ciervos puede proporcionar información sobre la relación evolutiva entre la resistencia a las células falciformes y la malaria. Se cree que la mutación de células falciformes surgió en humanos como resultado de la selección natural en áreas afectadas por la malaria. Al estudiar los ciervos y otras especies que portan rasgos genéticos similares, los investigadores pueden comprender mejor cómo surgió esta adaptación protectora y cómo afecta la supervivencia de los individuos en regiones endémicas de malaria.
En general, si bien los ciervos pueden no ser la especie principal utilizada para investigar la resistencia a la malaria y las células falciformes, sí ofrecen información valiosa sobre los aspectos genéticos y evolutivos de esta compleja relación.