En general, las antenas celulares se componen de varios elementos más pequeños, cada uno de los cuales está diseñado para resonar a una frecuencia específica. Estos elementos generalmente están dispuestos en una cuadrícula u otro patrón regular y están conectados a una línea de transmisión que transporta las señales hacia y desde la torre celular.
La forma y el tamaño de los elementos, así como el espacio entre ellos, están cuidadosamente diseñados para optimizar el rendimiento de la antena. Por ejemplo, los elementos más grandes se suelen utilizar para frecuencias más bajas, mientras que los elementos más pequeños se utilizan para frecuencias más altas. El espacio entre los elementos también es importante, ya que afecta el ancho del haz y la ganancia de la antena.
Las antenas móviles también están equipadas con otras características para mejorar su rendimiento, como reflectores, radomos y amplificadores de bajo ruido. Los reflectores se utilizan para dirigir las señales de la antena en una dirección específica, mientras que los radomos se utilizan para proteger la antena de los elementos. Se utilizan amplificadores de bajo ruido para amplificar las señales recibidas por la antena, haciéndolas más fáciles de detectar y procesar.
El desarrollo de antenas celulares es un proceso continuo, ya que constantemente se introducen nuevas tecnologías y técnicas. Esto permite que las redes celulares proporcionen velocidades de datos más rápidas, conexiones más confiables y mayor cobertura.