1. Bombas de eflujo: Las bacterias pueden utilizar bombas de eflujo para transportar activamente iones de fluoruro fuera de la célula, reduciendo la concentración de fluoruro intracelular. Estas bombas son impulsadas por la fuerza motriz de protones o la hidrólisis de ATP y pueden conferir una resistencia significativa al fluoruro.
2. Reducción de la absorción: Algunas bacterias pueden modificar la composición de su membrana exterior o pared celular para reducir la absorción de iones fluoruro. Esto se puede lograr mediante cambios en la composición o estructura de las porinas y otras proteínas de membrana, o mediante la producción de polímeros extracelulares que se unen al fluoruro e impiden su entrada a la célula.
3. Secuestro: Las bacterias pueden secuestrar iones de fluoruro dentro de la célula uniéndolos a iones metálicos u otras moléculas, como el polifosfato. Esto evita que el fluoruro interactúe con componentes celulares esenciales y reduce sus efectos tóxicos.
4. Mecanismos de reparación: Algunas bacterias poseen mecanismos de reparación del ADN que pueden ayudarlas a recuperarse del daño causado por el fluoruro en el ADN. Estos mecanismos incluyen reparación por escisión de bases, reparación de desajustes y recombinación homóloga, que permiten a las bacterias reparar el ADN dañado y mantener su integridad genética.
5. Alteración de las vías metabólicas: Las bacterias pueden alterar sus vías metabólicas para reducir la producción de especies reactivas de oxígeno (ROS) generadas por la exposición al fluoruro. Las ROS pueden causar estrés oxidativo y dañar los componentes celulares, pero algunas bacterias han desarrollado defensas antioxidantes o vías metabólicas alternativas que minimizan la producción de ROS y protegen a la célula del daño.
Los mecanismos específicos de resistencia al fluoruro varían entre las diferentes especies bacterianas, y algunas bacterias pueden emplear múltiples mecanismos simultáneamente para hacer frente al estrés por fluoruro. La presencia de múltiples mecanismos de resistencia puede dificultar el control del crecimiento y la persistencia bacteriana en ambientes con altas concentraciones de fluoruro. Comprender estos mecanismos de resistencia es crucial para desarrollar estrategias efectivas para prevenir y combatir infecciones bacterianas en ambientes fluorados.